Page 15 - Edición 12 - Revista del Repuesto Automotor
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Don Peripecio
DON PERIPECIO hACE
PARAR LA TRANS. . . MICRO!
ebrero en Santiago, mi auto en el ¿Y donde esta mi boleto? - Preguntó una
taller, no me quedaba más reme- rubia despistá al subirse. - Reclámele al AFT
Fdio que ir a la casa de la Bruneti- mijita! - le contestó un pelusa desde el pasi-
ta, hoy de cumpleaños, en metro, taxi, llo, afirmado de una gorda para no caerse.
micro, patibus o lo que hallara cerca, -No, mejor pregúntele al Bam Bam, si es
si es que hallaba, porque las calles se este otro gol de media cancha - continuó
veían vacías, casi sin autos por las va- el poco ilustre ciudadano metropolitano
caciones de muchos y micros se veían transanguíneo, muerto de la risa!.
tantas como pelos en mi amplia frente, -Que AFP, AFT ni que ocho cuartos ‘iñor,
o sea casi ni una! El centro se veía amis- lo único que quiero saber es quien respon-
toso y muchos santiaguinos lánguidos por el calor estival de si hay algún accidente, ¿no decían que conserváramos
se aglomeraban en los lindos paraderos del Transantiago, el boleto en caso de….? – la Rucia no alcanzó a terminar
con paciencia de santos y caras compungidas mirando los la frase cuando el guatón que estaba en el pasillo, colgado
relojes, que ese día parecían correr más lentos de tanto como buey en el matadero, se trastabilló y pisó a la gorda
calor… que afirmaba al pelusón, dejándolo sordo con el ayayay que
Los más felices eran los taxistas, que pasaban raudamente
todos con sus autos llenos frente al paradero y ni caso ha-
cían a mi dedo levantado tratando de hacer parar a alguno.
Patético con mi ramo de flores a punto de fallecer y la
caja de chocolates que a momentos parecía derretirse,
preferí soñar despierto y me fui de tour con mi Peri-ima-
gination a Río!, el lugar ideal en Febrero. Me vi en medio
de un sambódromo y me sentía el Rey Momo al lado de
la hermosa garota Rainha 2007, quien sonreía tanto como
se movía en su plumífero y mínimo atuendo…. Humm,
como me gustaría ver a la Bruneta con tal trajecito esta
noche, Você viou!
La música carioca que llenaba mis sentidos, fue interrum-
pida bruscamente por un rápido movimiento de gente
que se peleaba por subir a la cuncuna-bus blanca verdosa,
símil a los transformers que entretenían a mis sobrinos
hace una década. Se había detenido frente a mí, sin darme
cuenta y casi en andas el grupo me subió al moderno bus,
todos con su bip vip a mano!
Cuantas costumbres quedaron en el pasado !- pensé-.
Las mujeres y su eterna búsqueda de monedas en las
chaucheras para pagar, los boletos verdes, azules, esco-
lares, las carreras entre micros para llegar primero a los
paraderos, la Alameda con el “trencito amarillo” de buses
para elegir, los recorridos eternos por la circunvalación de
Vespucio! … -
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