Page 20 - Edición 26 - Revista del Repuesto Automotor
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Don Peripecio




                                        DON PERIPECIO,


                                         PANCHO O SAN



                                             FRANCISCO...






                                                       un troley al más puro estilo citadino porteño o  en un
                                                       Cable  Car  como  buen  turista  gringo.  Don  Peripecio
                                                       gozaba de su primera estancia en San Panchito, como
                                                       le llamara cariñosamente.

                                                       Estaba encantado recorriendo la costanera, del Pier 1
                                                       al 21, fue observándolo todo. El Mercado, ese sí que
                                                       no  tiene  nada  comparable  con  nuestros  mercados,
                                                       porque los locales en su interior, si bien pintorescos,
                                                       nada de malolientes. Muy por el contrario, un puesto
                                                       de caviar y vino, el otro de finos hongos de todas las
                                                       formas y colores, secos , frescos, congelados, al lado de
                                                       una pastelería, y  toda tienda rara  de souvenirs, comida
          Era como estar en Valparaíso, pero en versión recargada,   rápida, “seafoods”…  Bueno,  allí  la  sopa  de  cangrejo
          limpio, todas sus casas y edificios bien restaurados, cada   nada  tiene  que  envidiarle  a  la  sopa  marinera  más
          espécimen en su barrio y todos tolerándose entre si.  pituca, porque la primera está servida en un plato-pan
          La plaza Echaurren se podría comparar con Castro, por   redondito y crujiente y la segunda en el plato de greda
          su excesiva cantidad de testosterona en el ambiente,   pomairino que no hay modo de hincarle el diente.
          aunque sin la pobreza del submundo chilensis.
          Los  bachichas  italianos  y  los  chinos  haciendo  de  las   En el horizonte, Alcatraz, el Golden Gate y por el otro
          suyas en los barrios comerciales. El mar detrás de los   lado, un puente similar, pero nada de famoso. ¡La vida
          cerros o los cerros tras el mar, cerro arriba y abajo en
                                                       es bella!, se dijo Don Peripecio mientras disfrutaba a
                                                       concho del momento, hasta que llegando a Ghirardelli
                                                       Square,  en  medio  del  gentío  que  se  apiñaba  para
                                                       comprar los deliciosos chocolates de la famosísima ex-
                                                       fábrica , hoy transformada en plaza, lo vio.

                                                       Nada menos que su amigo de la infancia, el guatón.
                                                          -   ¡Qué chico es el mundo, compadre!
                                                          -   ¡Chuata! ¿ Qué haces aquí hombre?, le preguntó
                                                           Peripecio después de los abrazos
                                                          -   Mi hijo vive aquí cerquita, en Castro -respondió
                                                           el guatón y agregó- Es que el chileno es
                                                           pate’perro …y la nostalgia por Valparaíso…
                                                          -   Hummm, hummm, humm -¿no será que se le
                                                           quema el arroz mal? pensé-
                                                          -   Pero si me pareció que nos vimos ayer en Diez
                                                           de Julio con Lira, ¿se acuerda compadrito?
                                                          -   Claro, yo andaba comprando el radiador y usted
                                                           me enseñó cómo ahorrarme más de la mitad
                                                           de las luquitas que tenía para gastar. Nunca
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