Desde sus primeros años, Johnny Petrikowski Lerner, demostró una tenacidad extraordinaria, apoyando a su madre que llevaba las riendas del negocio familiar tras la partida de su padre. Combinando estudios nocturnos con jornadas laborales intensas, se formó en mecánica y comercio exterior. Su enfoque en la excelencia y la visión de futuro lo llevaron a especializarse en el mercado de rodamientos, convirtiendo a su empresa en un referente del sector, especialmente tras tomar la representación de Rodamientos Koyo en 1988, un hito que transformó su trayectoria profesional.
Johnny, además de ser un hombre de negocios exitoso, fue un modelo de resiliencia y sacrificio. Perdió a su padre siendo muy joven y, desde entonces, asumió responsabilidades que muchos considerarían demasiado grandes para su edad. Estudió de noche mientras ayudaba a su madre viuda en el negocio familiar de repuestos, demostrando desde temprano una vocación por el esfuerzo y la superación.
Años después, la vida lo enfrentó a otro desafío cuando quedó viudo de Sonia Duarte siendo aún joven, con tres hijos pequeños. Con admirable fortaleza, Johnny se convirtió en padre y madre para ellos, educándolos con disciplina y generosidad, valores que siempre fueron el sello distintivo de su vida y de su trato con quienes lo rodeaban y que luego compartiría con Pilar Sagredo con quien contrajo matrimonio y lo acompañó hasta el final de sus días.
A pesar de las exigencias del negocio, Johnny fue un padre presente, brindando educación, apoyo y valores a sus hijos: Cathy, Margot y Rodrigo, todos profesionales, recuerdan con gratitud el sacrificio y enseñanzas de su padre. Rodrigo destaca cómo Johnny se transformó en una figura inspiradora y guía en cada etapa de sus vidas. Por su parte, Cathy lo describe como su “un hombre inmensamente generoso”, alguien que estuvo en cada detalle, asegurándose de que sus hijos tuvieran las herramientas necesarias para construir sus propios caminos.
Y como si fuera poco, además de esa importante representación en Rodamientos Koyo, Johnny tuvo tiempo para aportar permanentemente a la sociedad como Alguacil de Carabineros de Chile. Con una acción permanente con las entidades castrenses de nuestro país, con el solo objetivo de lograr un país más seguro y mejor.
Su oficina en calle Vergara 24, aún guarda cada uno de sus recuerdos, su inspiración del día a día aún transita en las calles de los locales de esa calle comercial en el centro del Santiago, donde los locatarios lo extrañan constantemente.
El legado de Johnny no solo vive en su familia, sino también en los valores que dejó en su entorno: esfuerzo, honestidad, generosidad y la capacidad de sobreponerse a los desafíos.
Su historia, marcada por raíces inmigrantes de origen ruso y polaco, representa la fuerza de quienes construyeron su vida desde cero en un país nuevo, superando adversidades y dejando una huella imborrable.